Inicio > Noticias > La Macarena y el arte de restaurar lo sagrado

Pocas veces una intervención artística genera tanto revuelo. La reciente restauración de la Virgen de la Esperanza Macarena, una de las imágenes más veneradas de Sevilla —y de toda España—, ha abierto un intenso debate que trasciende lo devocional. Un debate que pone el foco en el arte, la restauración, la memoria colectiva… y también en la responsabilidad compartida sobre el patrimonio cultural.

¿Qué ha pasado?

A finales de junio, la Hermandad de la Macarena presentó a su imagen titular tras una restauración realizada por el profesor Francisco Arquillo, quien ya la había intervenido en los años 80. Sin embargo, esta vez algo no encajó: la expresión de la Virgen había cambiado notablemente. Su tez parecía más clara, sus rasgos más dulcificados y, como colofón, aparecía con unas largas pestañas postizas que jamás había tenido.

La reacción fue inmediata. Cientos de fieles y ciudadanos mostraron su malestar —y dolor— en redes sociales, medios de comunicación e incluso frente a la propia basílica. Se acusó a la Hermandad de haber autorizado una transformación estética sin contar con criterios técnicos adecuados ni con la supervisión del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH). La presión fue tal que, pocos días después, la corporación anunció que revertirá los cambios y que trabajará junto al IAPH para garantizar una intervención rigurosa y respetuosa.

¿Restaurar o transformar?

Este caso no es el primero, ni será el último. Pero su trascendencia es singular: no hablamos solo de una talla de madera, sino de una imagen que forma parte de la identidad cultural y espiritual de toda una ciudad. La Macarena es símbolo, icono, tradición… y, para muchos, parte de su vida.

Lo ocurrido invita a reflexionar sobre varias cuestiones clave:

  • ¿Qué entendemos por restaurar? La restauración no debe embellecer, reinterpretar ni “actualizar”. Su fin es conservar, respetar y, si es necesario, revertir daños con técnicas reversibles y documentadas.

  • ¿Quién decide sobre el patrimonio? ¿La Hermandad propietaria? ¿Las instituciones públicas? ¿La ciudadanía? El caso de la Macarena nos recuerda que el arte sacro no es un bien privado, aunque esté en manos de una entidad religiosa. Es parte del patrimonio común.

  • ¿Y el seguro del arte? En Arteseguro sabemos que una restauración mal ejecutada puede suponer un daño irreversible para una obra… y para su valor asegurado. Por eso es fundamental que todo proceso de intervención cuente con asesoría técnica especializada, planificación y cobertura adecuada.

Una lección colectiva

La restauración fallida de la Macarena ha dejado, como mínimo, una gran enseñanza: el arte importa, emociona y moviliza. No es decorativo, es esencial. Cuando se toca lo sagrado —sea por fe o por belleza—, se toca también la fibra de una comunidad.

 

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